Hoy en día, vivimos saturados de mensajes.
En redes sociales, en medios tradicionales e incluso al caminar por la calle, todo lo que nos rodea es publicidad. Por esta misma razón, cada empresa debería contar con un miembro clave: el publicista, quien diseña y ejecuta de forma estratégica un plan de comunicación. Como un tejedor experto, entrelaza el cómo, cuándo, dónde y a quién se comunica cada mensaje para lograr un impacto real.
¿Qué es un plan de comunicación?
Un plan de comunicación contempla tanto la comunicación interna como la externa. A nivel interno, busca alinear a los equipos y reforzar la cultura corporativa mediante canales como newsletters, reuniones informativas o plataformas colaborativas. Externamente, abarca desde acciones institucionales hasta campañas de publicidad, relaciones públicas, redes sociales o eventos.
Un buen plan no solo define los mensajes clave, sino que también establece objetivos claros, identifica los canales más eficaces según el público y asigna los recursos necesarios para ejecutarlo. Así se garantiza una comunicación coherente, eficaz y alineada con la estrategia general de la organización.
El publicista como figura estratégica
El publicista es mucho más que un creativo. Es el puente entre la estrategia empresarial y la audiencia. Su labor consiste en transformar los objetivos del plan en ideas visuales y emocionales que conecten con las personas. Para ello, debe comprender datos, tendencias y comportamientos de consumo.
Ya sea un post de Instagram, un spot para YouTube o una valla publicitaria, el publicista se asegura de que cada pieza refuerce el mensaje de marca. Su responsabilidad, compartida con el equipo de comunicación, es mantener la consistencia del mensaje en todos los puntos de contacto con el público.
Un excelente ejemplo es la campaña “Real Beauty” de Dove. Esta iniciativa utilizó tanto vallas en ciudades como Nueva York como publicaciones en Instagram para promover un mismo mensaje: redefinir la belleza real. Mientras las vallas impactaban con frases provocadoras como “¿Arrugada o maravillosa?”, en redes sociales se compartían historias personales que reforzaban la narrativa desde lo emocional.


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Un ejemplo práctico
Imaginemos una marca de cosméticos naturales que lanza una nueva línea vegana. Su plan de comunicación incluye objetivos como mejorar el posicionamiento ecológico, atraer a un público joven y fortalecer su comunidad online. A partir de esto, el publicista desarrolla una campaña coherente con el mensaje: crea vídeos breves en tendencia para TikTok, colabora con influencers del sector, diseña anuncios para revistas de lifestyle y genera contenido con impacto en redes. Así, se transmite una publicidad auténtica, alineada con los valores de la marca.

Conclusión
La creatividad por sí sola no despega si no está respaldada por una estrategia sólida. Es en la unión entre el plan de comunicación y el talento del publicista donde nace una publicidad que impacta, emociona y fideliza. Porque solo cuando la estrategia se encuentra con la emoción, las marcas logran verdaderamente conectar con su público.
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